Llegamos un año más a la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora con las mismas demandas y reivindicaciones históricas que tienen como objetivo el conseguir la igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Nos encontramos con un 24% de brecha salarial de género en el año 2019. Las mujeres representamos el 75% de las personas asalariadas trabajando a tiempo parcial, mientras soportamos con nuestro trabajo no remunerado el sistema patriarcal con las tareas de cuidados de infancia, adultos dependientes o mayores. La doble opresión que sufrimos las mujeres se constata cualitativamente echando una mirada a los datos del Instituto Nacional de Estadística. Nosotras sabemos lo que es asegurar la reproducción de la fuerza de trabajo en el ámbito privado y familiar, somos conscientes de la ingente cantidad de trabajo que se realiza diariamente en tareas domésticas, sabemos que estas tareas son fundamentales para que al día siguiente podamos ir a trabajar aseados, habiendo comido y descansado lo suficiente como para vender nuestra fuerza productiva en el mercado laboral. Y somos también conscientes de que las desigualdades sociales afectan y mucho a esta doble explotación, siendo las mujeres de la clase obrera las que las sufren en mayor nivel y resultando ser la clase más exprimida y explotada.
Es por esto por lo que reivindicamos la componente de clase en la conmemoración del día del 8 de marzo, pues sabemos que tiene su origen en 1910 de la mano de la comunista alemana Clara Zetkin en el Congreso de la Internacional Socialista de Mujeres, fundado con Rosa Luxemburgo. Somos objetivamente conscientes de que el empeoramiento de las condiciones de vida, el incremento de los conflictos imperialistas, los desplazamientos forzosos, las redes de explotación sexual y la violencia de los hijos sanos del patriarcado hunden sus criminales garras en las mujeres, con actos inexplicables desde un punto de vista humanista.
Sabemos, por tanto, que la fecha se sustenta en una base clasista evidente y que ya en sus orígenes Clara Zetkin dejó claro con la frase: “Las trabajadoras, aquellas que aspiran a la igualdad social, no esperan para su emancipación nada del movimiento de mujeres de la burguesía, que supuestamente lucha por los derechos de las mujeres. Ese edificio está construido sobre arena y no tiene ningún fundamento real”.
Queremos una igualdad social, y para ello hemos de organizarnos, teniendo claro que el 8 de marzo no es el día festivo para celebrar, sino que es un recordatorio del largo camino que nos queda por recorrer para conseguir la igualdad efectiva, de la larga lucha que tenemos por delante. Es un día para ser conscientes de la necesidad que tenemos las mujeres de organizarnos y defender nuestros intereses.
¡ Mujer trabajadora, libre y luchadora !
¡ Por un 8 de marzo de lucha y combativo !