8 de marzo, 2025
Por la unidad sin fisuras de las mujeres trabajadoras
Las dinámicas laborales abrumadoras a las que se somete a la clase trabajadora en el día a día dificultando
el acceso a condiciones dignas de vida que permitan reproducir las fuerzas de trabajo acercan
inevitablemente las economías familiares a la pobreza. El hecho de que los salarios fijados en muchos de
los convenios colectivos firmados por los sindicatos mayoritarios no alcancen el salario mínimo
interprofesional deja a la clase obrera desconcertada, en una situación en la que su herramienta de
organización principal que son los sindicatos de clase, en lugar de defender sus derechos, les da la espalda
para proteger los ingresos de la patronal. Estos hechos ocurren demasiado a menudo, y repercuten
especialmente en las mujeres trabajadoras por ser nosotras las que tenemos los contratos más precarios,
con jornadas reducidas que se traducen necesariamente en menores ingresos a la vejez a través de la
pensión.
Es de sobra conocido que, en el caso de que sea necesario que algún miembro de la unidad familiar se
reduzca la jornada o directamente pida una excedencia para realizar tareas de cuidados de infantes y
mayores, seamos generalmente las mujeres las que abandonemos nuestras expectativas de promoción
profesional para el mantenimiento familiar. En el caso de que haya que realizar tareas relacionadas con la
limpieza y alimentación de la familia, somos mayoritariamente las mujeres las que resolvemos la
papeleta. Las mujeres somos siempre las primeras en dejar los puestos de trabajo para atender las
necesidades familiares, y esto se refleja claramente si analizamos el valor medio de las pensiones
contributivas por sexos. No hace falta mucha más argumentación para poner de relieve que el patriarcado,
aunque se disfrace de tolerante, diverso, deconstruido o reformista, está vivo y vigente y que la lucha por
la igualdad se ha de seguir dando desde las organizaciones sindicales con clara concepción de clase.
Llegan tiempos convulsos en los que la amenaza de la guerra contra los pueblos se nos impone sin que se
remuevan las conciencias, entra suave como un guante justificada por la ideología dominante que abraza
prácticas fascistas para mantener su hegemonía geopolítica aniquilando física y políticamente lo que
interfiera en los intereses de las altas esferas. Que se lo pregunten al pueblo palestino. Conocemos las
pretensiones de incrementar el presupuesto militar hasta niveles que, según los voceros del capitalismo,
harán temblar los cimientos del mal llamado ‘estado de bienestar’. En breve nos impondrán recortes
adicionales a los que sigilosamente ya se están dando en servicios básicos como la sanidad y la educación.
Las campañas de reclutamiento para carne de cañón de clase obrera ya ha dado comienzo en los institutos.
Para el reclutamiento no habrá discriminación por sexos. Para de ir al frente a morir se nos concede
automáticamente la igualdad.
Es imperiosamente necesario que las mujeres trabajadoras nos organicemos entorno a espacios feministas
para reivindicar nuestros derechos, en contra del patriarcado, en contra de la desigualdad estructural que
se nos impone como clase y como género.
¡¡ Por un 8 de marzo de lucha y combativo !!
¡¡Por la unidad sin fisuras de las mujeres trabajadoras!!
