8M Día Internacional de la Mujer Trabajadora

 

El 8 de marzo es un día de reivindicación de derechos laborales y sociales de las mujeres trabajadoras. Como si no hubieran pasado más de 100 años desde que la II Conferencia Internacional de Mujeres en Copenhague (1910) aprobó la resolución que dio nombre y significado al día, gran parte de sus reivindicaciones siguen vigentes.
Hemos cambiado de siglo, pero la problemática que originó la reivindicación inicial sigue presente, los niveles de explotación laboral aumentan conforme la contradicción capital-trabajo se agudiza y la sobreexplotación de la fuerza de trabajo hace especial mella en las mujeres. Son las mujeres las primeras en reducir sus jornadas laborales para cuidado de menores y mayores, teniendo esto una repercusión en sus ingresos para el resto de sus vidas, incluida y especialmente la pensión que tendrán cuando llegue la jubilación.

La crisis sanitaria de la covid-19 ha supuesto para las mujeres trabajadoras mayor precariedad, más trabajo de cuidados, pérdida de ingresos y altas tasas de pobreza y exclusión. Mayoritariamente la pobreza tiene nombre de mujer. En España hay 5,27 millones de mujeres en riesgo de pobreza; un 19% de las mujeres están en paro; su tasa de actividad es un 22% inferior a la de los hombres; el 24% de las mujeres están ocupadas a tiempo parcial, frente al 7,3% de la tasa de empleo parcial masculina. La diferencia salarial entre hombres y mujeres es del 22,4%. Además, también se han visto mayoritariamente afectadas en los ERTES o en total abandono en sectores feminizados donde las irregularidades en materia laboral son lo habitual como los servicios de limpieza o cuidado de personas mayores y/o dependientes.
La maquinaria ideológica pondrá el foco en los techos de cristal, siendo esto una consecuencia de la maternidad en las grandes esferas. Sin embargo, no se pone el foco en su causalidad, que afecta a todas las clases, y muy especialmente a las mujeres obreras, ¿por qué no exigimos la gratuidad de todos los servicios necesarios para que la madre pueda incorporarse a trabajar en cuanto se le acabe el permiso, a todas luces insuficiente? ¿Por qué nadie habla de exigir los servicios sociales

necesarios que relevarían a las madres e hijas obreras de sus labores de cuidados?
¿Por qué al capitalismo no le interesa visibilizar ese trabajo que realiza la mujer, especialmente de la clase trabajadora, cuando realiza labores de reproducción de la fuerza de trabajo? Evidentemente al sistema capitalista y a su oligarquía les interesa que este trabajo, sobre el que se sustenta un buen porcentaje de los beneficios netos del sistema, siga invisibilizado.

Hay muchas trabajadoras que jamás podrán aspirar a ningún techo, pues simplemente con intentar sobrevivir la maternidad, sus labores cuidados y de reproducción de la fuerza de trabajo tienen suficiente. Las mujeres trabajadoras sólo podemos esperar en el capitalismo que se profundice nuestra doble dependencia familiar en cuanto cuidadoras y en cuanto marginadas y discriminadas del trabajo asalariado. Encerrándonos en un círculo vicioso. No podemos permitirnos no trabajar, pero tampoco podemos pagar esos servicios de jardines de infancia, residencias o centros de atención de dependientes. Asumiremos esas tareas de cuidado de familiares en exclusiva, en un constante y casi imposible equilibrio con el mundo laboral.
La única salida para las mujeres trabajadoras y de las capas populares pasa por tomar conciencia de la situación y organizarnos para defendernos conjuntamente con el resto de nuestra clase, de los ataques de las clases dominantes y sus diversos gestores a nuestros derechos y condiciones de vida.
Es por todo esto que desde el CONSEJO SINDICAL OBRERO (CSO) reivindicamos un 8 de marzo para las mujeres trabajadoras, no tenemos nada que celebrar y si mucho que denunciar.

VIVA LA LUCHA DE LAS TRABAJADORAS

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